Jovenes mujeres Afganas son vistas en su sala de clases en una escuela en la aldea de Jangalak, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Jovenes son vistas en su sala de clases en una escuela en la aldea de Jangalak, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Niñas en un aula de una escuela secundaria en la aldea de Nawabad, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Esta fotografía tomada el 14 de noviembre de 2021 muestra a niñas en un aula de una escuela secundaria en la aldea de Nawabad, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Niñas caminan de regreso a sus hogares después de asistir a una clase en una escuela secundaria en la aldea de Nawabad, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Un grupo de niñas caminan de regreso a sus hogares después de asistir a una clase en una escuela secundaria en la aldea de Nawabad, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Un grupo de niñas caminando de regreso a sus hogares después de asistir a una clase en una escuela secundaria en la aldea de Nawabad, en el distrito de Qarabagh, a unos 56 km al suroeste de Ghazni, en la provincia de Ghazni, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Jovenes mujeres sentadas dentro de su salón de clases en la escuela Noorania, en la ciudad de Sharan, en la provincia de Paktika, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Una joven mujer sentada dentro de su salón de clases en la escuela Noorania, en la ciudad de Sharan, en la provincia de Paktika, Afganistan, el 14 de Noviembre de 2021.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha siguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes. "Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab", dijo a AFP una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar. El centro ha seguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes.
Desde su regreso al poder en agosto de 2021, los talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y niñas, a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los años noventa. En algunas provincias se han logrado reabrir escuelas tras convencer a las autoridades locales. Sin embargo, millones de niñas y mujeres aún siguen al margen.
When the Taliban took control of the town of Nawabad, in central Afghanistan, classes continued in the local girls’ high school, an exception compared to the majority of the country where adolescents cannot study. The school continues to operate because it is managed by an NGO, and is an example of the contradictions emerging in a country where the rules are implemented by new leaders.
Since their return to power in August 2021, the Taliban put severe restrictions on women and girls, despite having promised less brutality than their first period of rule in the 1990s. In some provinces, some schools have managed to reopen after convincing local authorities. However, millions of women and girls continue to be marginalized.
Héctor Retamal
Héctor Retamal trabaja como fotoperiodista para Agence France-Presse (AFP) hace 12 años. Actualmente vive en Shanghai, China. Sus inicios como reportero gráfico fueron en Chile el año 1998 en el diario La Tercera. Además, trabajó en El Mercurio, El Gráfico, El Metropolitano, La Hora y revista Qué Pasa. Para Agence France-Presse ha trabajado en Chile, Estados Unidos, Canadá, Rusia, China, Haití, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Puerto Rico, entre otros. En los últimos años ha cubierto huracanes, terremotos, la Copa Mundial de Fútbol, el brote de cólera en Haití y el inicio de la epidemia de COVID-19 en Wuhan en 2020.
Recibe el premio de Fotógrafo de Agencias del año 2020, reconocimiento otorgado por el periódico británico The Guardian, por su trabajo periodístico sobre la pandemia en la ciudad de Wuhan. En Septiembre de 2020 fue nominado y finalista a Visa d’or Magazine en el International Photojournalism Festival Visa pour l’Image en la ciudad de Perpigan, Francia. En 2020 forma parte del equipo de fotógrafos de AFP galardonado con el primer lugar en los premios SOPA Awards 2020 en la categoría “Excellence in Photography, Global” (Award for Excellence), por el trabajo realizado en las protestas en Hong Kong en 2019. En Marzo de 2021 fue premiado con el primer lugar en la categoría “Spot News” en los premios POY International.
También en 2021 recibió el premio “Excellence in Photography” dado por la Society of Publishers in Asis (SOPA) 2021 Awards. Forma parte del equipo periodístico de AFP premiado con la Mención de Honor en SOPA Awards 2020, en la categoría “Excellence in Human Rights Reporting Global”. En 2021 recibió el primer lugar en el concurso Fotoprensa 2019 en Chile por su reportaje “Haití, crisis política” y en 2020 por “Wuhan, Zona Cero”, ambos en la categoría internacional.
Héctor Retamal has worked as a photojournalist for Agence France-Presse (AFP) for the last 12 years.He is currently based out of Shanghai, China. His began as a photojournalist in Chile in 1998 at the newspaper La Tercera. In addition, he worked at El Mercurio, El Gráfico, El Metropolitano, La Hora and the magazine Qué Pasa. For Agence France-Presse, he has worked in Chile, United States, Canada, Russia, China, Haiti, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica and Puerto Rico among others. In recent years he has covered hurricanes, earthquakes, the World Cup, the cholera outbreak in Haiti, and the beginning of the 2020 COVID-19 pandemic in Wuhan.
He received the 2020 Agency Photographer of the Year Prize, awarded by the British newspaper The Guardian, for his journalistic work on the pandemic in the city of Wuhan. In September 2020 he was nominated and finalist for Visa d’or Magazine in the International Photojournalism Festival Visa pour l’Image in the city of Perpignan, France. In 2020, he was a member of the AFP team of photographers that won First Place in the 2020 SOPA Awards in the category “Excellence in Photography, Global” (Award for Excellence), for their work on the protests in Hong Kong in 2019. In March 2021, he received First Place in the category “Spot News” in the POY International Contest. Also in 2021, he received the “Excellence in Photography” Prize awarded by the Society of Publishers in Asia (SOPA). He was a member of the AFP team that won Honorable Mention at the 2020 SOPA Awards, in the category “Excellence in Human Rights Reporting Global”. In 2021, he received First Place in the 2019 FotoPrensa Competition in Chile for his report “Haiti, Political Crisis” and in 2020 for “Wuhan, Ground Zero”, both in the international category.
